La construcción social del gusto

Bourdieu (2010) decía que "El mundo del arte es un mundo social entre otros, un microcosmos que, tomado del macrocosmos, obedece a leyes sociales que le son propias". Sus estudios estaban estrechamente vinculados al mundo del arte desde una perspectiva sociológica pero ¿se aplica eso también a otro tipo de gustos más alejados del gusto estético?

Aunque Bordieu se refería al gusto artístico, es posible ir más allá. El gusto de los seres humanos no es libre, ya que se ve condicionado por aspectos culturales, así como por su situación económica y social. Es decir, que la manera en la que una persona observa un objeto es diferente dependiendo del modo en el que esa persona haya sido socializada.

En la actualidad, la comunicación de masas juega un papel muy importante en la formación del gusto. Si seguimos la teoría de Passero y Thérèse (1983) que decían que la reproducción social es el arma que usan las clases dominantes para alienar a las dominadas, podemos darnos cuenta de que ahora esa reproducción  de la percepción estética y el gusto es reproducida por la publicidad y los medios de masas. 

Así, las empresas van seleccionando qué cosas son susceptibles de ser vendidas y cuales no, formando así el gusto colectivo que, dentro de unos límites, puede variar de unas personas a otras. De este modo, empresas como Nike, Adidas o Apple se han convertido, a través de la publicidad entre otras cosas, en un símbolo de estatus y calidad llegando a tener millones de consumidores. Y nosotros, que elaboramos estructuras cognitivas que nos permiten reconocer el mundo social en el que vivimos y adaptarnos a él, elaboramos así un esquema de clases que funciona al margen de la conciencia y el discurso.

Ahora os planteo dos ejemplos de como el gusto es condicionado económica y socioculturalmente: 

Por un lado las palabras de un diseñador de BMW, que atribuyó el incremento de los coches blancos a la asociación con la estética que Apple ha impuesto en el mercado y los significados sociales con los que esta estética se relaciona. 

Por otro, la reciente inauguración en Suecia del Museo de la Comida Repugnante que "reta a los visitantes a cambiar sus nociones de lo que es repugnante y lo que es delicioso con el objetivo de que la gente entienda que no hay manera objetiva de medir lo repugnante". 

En este museo pueden verse muestras gastronómicas de todas las partes del mundo que van desde queso con gusanos, vino de ratón, batido de rata o un plato típico Sueco llamado Susrtrömming que es nada más y nada menos que pescado podrido. 

Visto así parece que nada tiene de cultural, ya que a todos nos parecen asquerosas esas cosas. Pero es que en este museo también se presentan algunos platos típicos españoles como la casquería, el rabo de toro o los caracoles que aquí degustan bien tranquilas miles de personas. 

Como dice Sal Lavallo, que con 27 años ya ha pisado todos los países del mundo, "cuando ves que una persona reacciona de manera distinta a una misma cosa, empiezas a cuestionarte por qué piensas o sientes de determinada forma. Hay una verdad eterna: todos fuimos condicionados. Ver otras formas de vida te permite ejercitar la introspección y conocerte mejor. Creo que algunas personas tienen miedo a viajar porque los interroga. Es un desafío tener un punto de vista fijo y exponerse a otro. Pero si nos entendemos mutuamente, la humanidad se enriquece"

Así que tú... ¿por qué piensas como piensas?

Continuará


Casu marzu: queso típico de Cerdeña conocido por estar infestado de larvas de moscas vivas

Fuentes:

  • WingChing, C. y Vega, J. (2016). Clase social, gusto y moda: una perspectiva sociológica
  • La Vanguardia (2018). Inauguran en Suecia el Museo de la Comida Repugnante. Recuperado de goo.gl/yE3rwS

Comentarios

Entradas populares de este blog

Transfeminismo o barbarie